Esta historia promete no ser tan larga, aún cuando eso parezca extraño.
Lo único que pretendo es identificar en aspectos de mi vida diaria, algo de lo que hablaba un sacerdote que admiro bastante (definitivamente soy mas religioso de lo que creía): La suerte.
Tal cosa como la suerte o la buena fortuna no se si existen. Hay quienes dicen que esto está directamente relacionado con el punto de vista que tengas frente a los acontecimientos, otros afirman que se debe a actitudes premeditadas de cada persona, y otros aseguran que es como la mayoría de las cosas en la vida, se tiene o no se tiene.
Hasta ahora no he podido situarme en ninguno de los 3 grupos mencionados, pero lo que si considero cierto es que hay sucesos imposibles de explicar con un argumento lógico o personas que no necesariamente los persigue la “suerte”, y solo pueden calificarse como lo hace Henry Fiol “mas salao’ que un bacalao”.
Ese lunes, en la sala de espera del Aeropuerto el Dorado, a pocos minutos de abordar el avión que me llevaría a cruzar el atlántico, un montón de sentimientos me agobiaban. Alegría, nostalgia, incertidumbre, éxtasis, pero ninguno igual a la preocupación que sentí al saber que mi maleta tenía que ser revisada o similar a la tranquilidad que me dio el ver mi maleta en perfecto estado en el aeropuerto de Hannover…nunca supe por que la revisaron. Buena suerte? Mala suerte? Quien sabe…
Ese mismo jueves 1 de mayo, día en el que comenzaba mi contrato se celebraban 3 días festivos juntos en Alemania (por supuesto no tenía que ir a trabajar), algo solo visto cada 226 años! Y yo estaba ahí, disfrutando del día libre, aprovechando el buen clima, tomando cerveza ya que el viernes tampoco tenía que trabajar, y al mismo tiempo lamentándome por no haber sabido antes y aprovechar los 4 días libres para conocer algún otro lugar de este bonito país. Buena suerte? Mala suerte? Quien sabe…
Pase el fin de semana conociendo la cultura alemana y acomodándome en mi nueva casa. El lunes, llegué al trabajo a la hora establecida y luego de esperar algo así como 1 hora a mi jefe, lo recibí junto a los ejecutivos mas importantes de la empresa. Afortunadamente me había vestido de traje y corbata. Buena suerte? Mala suerte? Quien sabe…
El día lo pasé entre documentos nuevas, palabras nuevas, gente nueva, comida nueva, productos nuevos, idioma nuevo e infortunio nuevo…Si! Al salir a esperar el bus de las 6.35 pm (cómo está establecido en el horario del bus), me dí cuenta que en Alemania también viven seres humanos y que pueden equivocarse. Que así la espantosa guerra del centavo ronde en los sistemas de transporte público de Colombia, así siempre sea necesario encomendarse a la imagen de la virgen del Carmen que el conductor seguro tiene, así no se tenga certeza del horario de los mismos, así no existan las estaciones, y así no sea posible leer tranquilamente un libro mientras estás montado en ellos; nuestro sistema de transporte es bastante eficiente… El bus nunca llegó, de ahí es que conozco el precio de un taxi de Bösingfeld a Lemgo (30 Euros). Buena suerte? Mala suerte? Quien sabe…
Unos días después, finalizando mi segundo fin de semana en Alemania, y luego de disfrutar un paseo por Bielefeld, llegué a la estación del tren de Lemgo donde había dejado mi bicicleta. Y si…la tierra es plana! Y en Alemania, la “civilización”, también existe la delincuencia. Algún criminal había robado una parte de mi bicicleta (prestada), por la cual tuve que pagar 20 Euros al día siguiente. Buena suerte? Mala suerte? Quien sabe…
Traté de sobreponerme a la situación sabiendo que hacía parte de la misma experiencia, y decidí tomarlo como un aprendizaje dejando a un lado el valor del repuesto y mi vergüenza ante el dueño de la bicicleta (aunque su vergüenza fue tanto mayor al saber que a un Colombiano le habían robado en Alemania!!). Y sin duda ayudó el hecho de que pude usar otra bicicleta prestada mientras la otra la arreglaban, al menos hasta el momento en que volví del trabajo y encontré pinchada la llanta delantera de esta nueva bicicleta. Buena suerte? Mala suerte? Quien sabe…
En fin…Aquí podría pasarme horas contándoles anécdotas que desafían la “buena suerte” y la “mala suerte”, pero no es esa mi intención. Solo quería agradecerle a mis padres por darme esta oportunidad, a mi familia, mi novia y mis amigos por apoyarme, y a la vida por mi buena fortuna, o buena suerte, o como sea…
En todo caso yo solo sé que soy enormemente feliz por todo lo que tengo y lo que la vida me ha dado…Como dice el Padre Juan Jaime escobar: Buena suerte? Mala suerte? Quien sabe…
Lo único que pretendo es identificar en aspectos de mi vida diaria, algo de lo que hablaba un sacerdote que admiro bastante (definitivamente soy mas religioso de lo que creía): La suerte.
Tal cosa como la suerte o la buena fortuna no se si existen. Hay quienes dicen que esto está directamente relacionado con el punto de vista que tengas frente a los acontecimientos, otros afirman que se debe a actitudes premeditadas de cada persona, y otros aseguran que es como la mayoría de las cosas en la vida, se tiene o no se tiene.
Hasta ahora no he podido situarme en ninguno de los 3 grupos mencionados, pero lo que si considero cierto es que hay sucesos imposibles de explicar con un argumento lógico o personas que no necesariamente los persigue la “suerte”, y solo pueden calificarse como lo hace Henry Fiol “mas salao’ que un bacalao”.
Ese lunes, en la sala de espera del Aeropuerto el Dorado, a pocos minutos de abordar el avión que me llevaría a cruzar el atlántico, un montón de sentimientos me agobiaban. Alegría, nostalgia, incertidumbre, éxtasis, pero ninguno igual a la preocupación que sentí al saber que mi maleta tenía que ser revisada o similar a la tranquilidad que me dio el ver mi maleta en perfecto estado en el aeropuerto de Hannover…nunca supe por que la revisaron. Buena suerte? Mala suerte? Quien sabe…
Ese mismo jueves 1 de mayo, día en el que comenzaba mi contrato se celebraban 3 días festivos juntos en Alemania (por supuesto no tenía que ir a trabajar), algo solo visto cada 226 años! Y yo estaba ahí, disfrutando del día libre, aprovechando el buen clima, tomando cerveza ya que el viernes tampoco tenía que trabajar, y al mismo tiempo lamentándome por no haber sabido antes y aprovechar los 4 días libres para conocer algún otro lugar de este bonito país. Buena suerte? Mala suerte? Quien sabe…
Pase el fin de semana conociendo la cultura alemana y acomodándome en mi nueva casa. El lunes, llegué al trabajo a la hora establecida y luego de esperar algo así como 1 hora a mi jefe, lo recibí junto a los ejecutivos mas importantes de la empresa. Afortunadamente me había vestido de traje y corbata. Buena suerte? Mala suerte? Quien sabe…
El día lo pasé entre documentos nuevas, palabras nuevas, gente nueva, comida nueva, productos nuevos, idioma nuevo e infortunio nuevo…Si! Al salir a esperar el bus de las 6.35 pm (cómo está establecido en el horario del bus), me dí cuenta que en Alemania también viven seres humanos y que pueden equivocarse. Que así la espantosa guerra del centavo ronde en los sistemas de transporte público de Colombia, así siempre sea necesario encomendarse a la imagen de la virgen del Carmen que el conductor seguro tiene, así no se tenga certeza del horario de los mismos, así no existan las estaciones, y así no sea posible leer tranquilamente un libro mientras estás montado en ellos; nuestro sistema de transporte es bastante eficiente… El bus nunca llegó, de ahí es que conozco el precio de un taxi de Bösingfeld a Lemgo (30 Euros). Buena suerte? Mala suerte? Quien sabe…
Unos días después, finalizando mi segundo fin de semana en Alemania, y luego de disfrutar un paseo por Bielefeld, llegué a la estación del tren de Lemgo donde había dejado mi bicicleta. Y si…la tierra es plana! Y en Alemania, la “civilización”, también existe la delincuencia. Algún criminal había robado una parte de mi bicicleta (prestada), por la cual tuve que pagar 20 Euros al día siguiente. Buena suerte? Mala suerte? Quien sabe…
Traté de sobreponerme a la situación sabiendo que hacía parte de la misma experiencia, y decidí tomarlo como un aprendizaje dejando a un lado el valor del repuesto y mi vergüenza ante el dueño de la bicicleta (aunque su vergüenza fue tanto mayor al saber que a un Colombiano le habían robado en Alemania!!). Y sin duda ayudó el hecho de que pude usar otra bicicleta prestada mientras la otra la arreglaban, al menos hasta el momento en que volví del trabajo y encontré pinchada la llanta delantera de esta nueva bicicleta. Buena suerte? Mala suerte? Quien sabe…
En fin…Aquí podría pasarme horas contándoles anécdotas que desafían la “buena suerte” y la “mala suerte”, pero no es esa mi intención. Solo quería agradecerle a mis padres por darme esta oportunidad, a mi familia, mi novia y mis amigos por apoyarme, y a la vida por mi buena fortuna, o buena suerte, o como sea…
En todo caso yo solo sé que soy enormemente feliz por todo lo que tengo y lo que la vida me ha dado…Como dice el Padre Juan Jaime escobar: Buena suerte? Mala suerte? Quien sabe…
4 comentarios:
Saludos Andres, estuve leyendo tu blog con mucho detenimiento y me parecio supremamente interesante. Tambien queria felicitarte por el viaje y el logro de la pasantia, aun que no eramos los más amigos en el colegio te deseo lo mejor. Y que la suerte lo acompañe.
Parca en serio que bacano ver que estas experiencias pueden llegar a cambiar tanto la vida de alguien.Que chimba de experiencia
por aca lo esperaremos!!!
ahhh no, pero actualice!
deje la pereza porque asi no se puede! :)
Bueno el blog está actualizado!
Me alegra mucho que lo lean y les guste! Se acepta feedback tambien!
Un abrazo a todos!
Pd. Alejandro, muchas gracias por el mensaje parce! La verdad me sorprendió mucho tu mensaje! Espero que sigás leyendo!
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